Hay algo que ahora nos queda claro a todos: Néstor Kirchner se expuso todo este tiempo con gran hidalguía, cuando ya sabía que su estado de salud era delicado. Sabía que estaba corriendo un riesgo, y lo asumió. Privilegió a la Argentina y a los argentinos, antes que su propia vida. Sin ánimo de hacer comparaciones fuera de lugar, diría que en este continente hemos visto a muchos líderes exponer su vida por lo que consideraron justo: San Martín lo hizo sable en mano, el Che fusil en mano, y tantos otros llevaron su vida y sus ideales hasta las últimas consecuencias. Néstor acaba de responder con su vida por la propuesta nacional y popular que defendió. En el último tiempo le criticaron que faltara a veces al Congreso, y ahora es evidente la razón por la cual no asistía a tantas sesiones. Sin embargo, tuvo fuerzas para defender la Unasur, para impulsar el mercado latinoamericano, para fortalecer la democracia continental y a la Argentina desde lo económico y social, pero sobre todo desde lo institucional.
No puedo decir que fui su amigo, pero teníamos una muy buena relación. Me convocó cuando recién asumió, en 2003, para contarme su proyecto, nacido de la humildad de aquel 22 por ciento de votos. Sin embargo, con ese 22 por ciento logró cambiar una Corte Suprema adicta, se jugó por una política de derechos humanos, colocó en su lugar a cada uno de los estamentos políticos y sociales de la Argentina. Los agoreros de siempre ya hablan de incertidumbre política. Es al revés, mal que les pese. Este camino popular no tiene marcha atrás, somos muchos los que lo vamos a defender, y las nuevas generaciones lo tomarán a su cargo. Estoy en México, sin posibilidad de volver hasta el 3 de noviembre. Quisiera estar tomándome un avión ahora. Va mi abrazo emocionado para todos mis compatriotas, hoy somos uno en el dolor.
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